Hoy al despertar, encendí la luz del acuario y había un pececito muerto. Oh, se murió otro pez!, dijo mi madre al acercarse. Metió una mano en el agua, tomó el pequeño cadáver, y lo tiró al cesto de basura.
Entonces apagué la luz del acuario y regresé a mi habitación. Para que los pececitos, pudieran llorar sin que nadie los mire.
martes, 14 de octubre de 2008
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