sábado, 15 de agosto de 2009

Vaca

La vaca me miró. Yo la miré. Las vacas me asustan. Son como muy quietas, y te miran así, con esos ojos de vaca. Yo creo que intuyen lo del dulce de leche, y están un poco resentidas. Ni hablar del queso, la manteca, la crema, en fin, los derivados.
Me llamo Nora, le dije, de mi leche no deriva nada. Presiento el matadero, como todas. En eso no nos diferenciamos, ni en el resentimiento.
Esperé. Seguía sin moverse. Hacía calor. Me quedé dormida esperando. Y soñé. Soñé que esa vaca, la que me miraba, tenía un globito de pensamiento que decía “época de hombres flacos. Revolución de milanesas de soja”. Lo soñé así. Como un cuadrito de Inodoro Pereyra. En vez de la Eulogia, la que estaba frente a la vaca era yo. Pero no era un chiste.

Cuando desperté seguía allí, tan quieta.Y tuve un pensamiento que me pareció importante: pensé qué las penas son compartidas, y las vaquitas no están ajenas; son las precursoras del piquete; las primeras en pararse en medio de la ruta y cortar el paso. Lo hacen de a una, de a dos, de a tres, o de a muchas.
¿Te das cuenta? es sorprendente. Cuándo las vacas dicen MU ¿será algún tipo de sigla secreta?; ¿las Holando-argentinas, hinchan por Holanda o…? ¿qué piensan las vacas de la asociación rural?.
Entonces ella se corrió tranquilamente a la banquina.
Puse primera. Y así arranqué.
Era un día cualquiera. Después me di cuenta de eso.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Me gusta la frescura de tus relatos.Sigue asi.
Juan Carlos Alarcon

isabel sala dijo...

Gracias Juan Carlos!! por tanta generosidad y apoyo