martes, 9 de julio de 2013
ALPISTE
Yo comía mucho pollo de chica.
Debe ser por eso.
Cruzábamos con mamá al súper del otro lado. En balsa cruzábamos porque todavía no había puente. Lo del puente fue después.
En el súper comprábamos el pollo. A veces congelado y otras veces resfriado.
A mí me causaba gracia eso de resfriado. Como si fuera que el pollo estuviera resfriado.
Era muy extraño eso para mí. Porque estaba resfriado pero no estaba resfriado.
Resfriado pero por el idioma.
Pollos y naranjas comprábamos. Sobre todo eso.
Una bolsa de red llena de naranjas para jugo.
Pero lo que íbamos a buscar era el pollo. Principalmente.En verdad.
Sobre todo el pollo.
También traíamos gelatinas de uva y manga rosa que eran distintas pero a mí me gustaban.
Nos gustaban.
El pollo mamá lo hacía de muchas maneras diferentes.
Pollo con arroz y tomate, tipo guiso.
Milanesas de pollo.
Pollo al horno con papas.
Pollo a la parilla.
Filetes de pollo a la plancha, o a la sartén.
Empanadas de pollo.
Pollo salteado con cebolla.
Estofado de Pollo.
Ensalada de fideos con trocitos de pollo.
Ensalada de arroz con trocitos de pollo. Trocitos de Pollo.
Pollo. Pollo. Pollo. Pollo. Pollo. Pollo. Pollo. Pollo. Pollo.
Debe ser por eso.
Hoy pensé otra vez en esto mientras cocinaba. Lo del pollo.
Tiene que tener algo que ver pensé.
Pensé: Pollo. Pollo. Pollo. Pollo. Gelatina de uva.
Pollo. Pollo. Naranjas. Pollo. Pollo. Pollo. Chocolates surpresa con tarjetitas de animais da Amazonia. Pollo. Pollo. Pollo. Pollo. Pollo. Frango.
Y también comprábamos Mata tudo. Un veneno potente contra las cucarachas. Efecto residual.
El mata tudo también puede tener algo que ver. Por el efecto.
Patas para arriba quedaban.
Todos los días mamá barría una palita llena.
A mí me daba asco, no quería mirar.
Después mamá preparaba el pollo y comíamos sobre esa mesa amarilla de formica.
Cuando uno crece con cuarenta grados a la sombra. Casi sin invierno. Casi sin otoño.
El cuerpo no sabe lo que es el frío. Y cuando el frío se aparece. No es que se aparezca así como así. Es el cuerpo el que va donde está el frío. Entonces lo siente. Lo Conoce.
Y el cuerpo empieza a temblar. Y no hay forma de que deje de sentirlo.
Por más pulloveres de lana que le pongas. Por mas frazadas que le eches encima.
No hay forma. El frío se le mete adentro y el cuerpo no aguanta.
Eso le pasó al mio. Creí que se me moría.
La gente dice estoy muerta de frío así como así. Pero casi nadie sabe lo que es sentir que el frío te mata el cuerpo de verdad.
Empezás a temblar y ya no podés parar. Cada vez te ponés más cosas encima y no sirve para nada.
Porque el frío está adentro.
Tristeza. Miedo. Rencor. Bronca. Hambre. Amor. Frío.
Todas cosas que están adentro.
Yo creí que el cuerpo se me moría.
No sé como logré calentarme un caldo.
Me temblaban las manos. Me rechinaban los dientes. El corazón me latía rápido.
La vista se me nublaba.
Pero uno quiere vivir. Aunque no sepa para qué uno igual quiere.
Yo no sé como pero logré poner el caldo al fuego. Logré encender la hornalla.
Ahí si. De a poquito. Cuando el caldo llegó al estomago. De a sorbitos. Con los dientes rechinando. El cuerpo empezó a sacar el frío. Del estomago hacia fuera.
Yo creo que todo empieza ahí. En el estómago.
De adentro para afuera es la cosa.
Después me quedé adormecida. O dormida de cansancio.
Desperté empapada. Como de fiebre.
Frío había tenido, no fiebre, frío. Yo sabía que había sido eso.
Tanto frío que no logré que se me fuera nunca del todo.
Y lo del pollo no es solo idea mía.
Yo un día se lo dije a Clara. Y ella me dijo que Claudio le había dicho algo parecido.
En la casa de Claudio también comían pollo todo el tiempo.
En la de Clara no. Pero en la de Claudio, en la mía y en un montón de casas del pueblo era así.
La carne de vaca que llegaba congelada de Buenos Aires era poca y cara.
El frango del otro lado te lo vendían por nada.
Claudio le había dicho algo parecido a Clara. Él también creía que tanto comer pollo…
Igual lo de Claudio es diferente, quiero decir que él nunca se fue, él sigue allá.
Él nunca sintió que el cuerpo se le quedaba helado y la lengua no podía articular palabra.
Él nunca sintió que el frío es para siempre.
¿Vos me entendés?
Ni yo me entiendo
Pero si el mata tudo mataba las cucarachas que pasaban por debajo la puerta.
Las dejaba secas muchos días después de que mamá rociara el suelo.
Entonces quiere decir que es verdad lo del efecto residual.
Hay cosas que persisten.
Y en ese suelo rojo caminábamos nosotros también. Pero no nos mató.
Lo que no mata engorda, decía mi tía.
A mí no me mató ni me engordó. Pero alguna cosa seguro que me hizo.
Algo puede tener que ver el veneno ese.
Residual.
El pollo con arroz era el que más me gustaba. O a la parilla con mandioca.
Si uno se hubiera imaginado. Pero yo era chica, y mamá…
Mamá no tenía idea de esas cosas. Tenía que alimentarnos.
A ella le preocupaba que estuviéramos llenitos y que fuéramos a la escuela.
No a cualquier escuela. A una dónde nos enseñaran.
Por eso íbamos a la del centro, aunque quedaba más lejos.
Era la escuela cabecera. Ahí las maestras te enseñaban de verdad.
A leer. A Escribir. A hacer cuentas. A dibujar.
A recitar no me enseñó nadie.
Eso lo aprendí sola.
Me estudiaba de memoria los poemas y los recitaba en los actos.
Con mi mejor cara de nada los recitaba.
La gente se conmovía.
Parece ser que la cara no es lo que en verdad expresa el sentimiento.
Es la voz. Y el brillo en los ojos.
Eso lo aprendí solita.
El día del frío que casi me mató el cuerpo. Cuando desperté mojada fui al baño.
Quería darme una ducha tibia y me miré en el espejo.
La misma cara de siempre. Cara de nada.
Pero los ojos me brillaban diferente. Ojos que habían conocido el frío.
Ojos de muerte aunque estuviera viva.
Uno es lo que come. Lo que vivió. Lo que ama. Lo que leyó. Lo que dejó atrás. Lo que conoce. Lo que hace. Lo que dice. Lo que sufrió.
Son todas frases como de almanaque. Si.
Pero en los almanaques también pueden estar escritas cosas verdaderas, pienso.
¿Soy tonta si creo eso? seré tonta.
¿Soy cursi? Seré tonta.
Pero yo creo que algo de verdad hay en todo lo que se dice.
¿Sabés que a los pollos les ponen muchos antibióticos?
Para que no se resfríen.
Frango congelado. Frango resfriado.
Y también dicen que les inyectan hormonas para que crezcan rápido.
Yo crecí así. Comiendo pollo todos los días. Crecí de golpe.
Cuando quise acordar ya era grande.
Era joven pero había dejado muchas cosas atrás. Había leído libros.
Había amado. Había dicho muchas cosas. Y el frío se me había metido dentro.
Se me notaba en los ojos.
Sabés que creo…que si me hubiera quedado en el pueblo sería como Claudio.
Claudio cree que tanto comer pollo se puso gordo y se volvió más volado.
Pero Claudio no sabe lo que es volar.
Él es como esos monos da amazonia que saltan de árbol en árbol agarrandose de las ramas y después vuelven al suelo.
Claudio no sabe lo que es ver todo chiquitito desde arriba.
A mí un día sin que me diera cuenta, me crecieron estas alas. De golpe.
Hay cosas que tienen efecto.
Y en casa comíamos mucho pollo.
¿Querés que te recite un poema?
…Volverán las oscuras golondrinas
en tu balcón sus nidos a colgar,
y otra vez, con el ala a sus cristales
jugando llamarán;
pero aquéllas que el vuelo refrenaban
tu hermosura y mi dicha al contemplar,
aquéllas que aprendieron nuestros nombres...
ésas... no volverán…
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